Parecía que nada ni nadie era capaz de evidenciar lo mucho que se andaban necesitando. Ninguno conseguía ignorarse. Convinieron en contarse hasta los recelos. Al menos, durante un rato nada tendrían que reprocharse.
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Estando así, sin energías, sin ninguna intención por recobrar una ilusión y arrastrando las mismas pesadillas se fue lejos,demasiado lejos.
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Me llamó ayer.
La voz difusa.
La palabra entrecortada.
Nos deseamos.
Todo en silencio
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Huele a piel,
a conversación,
a miradas lascivas,
a deseos irrefrenables,
a quienes quieren
y no pueden.
A uno y a otro.
A estremecimiento.
A espera en creer
que algún día lo harán.
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Cuando las luces se apaguen yo nunca seré el mismo. Y, espero.
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